Ana Illueca trabajaba en el mundo de la comunicación como creativa en una de las agencias de publicidad más relevantes del momento, cuando, un día, decidió dejarlo todo.
En su proceso de cambio aprendió que cuando se para, dejando espacio a que venga lo nuevo, lo nuevo viene, porque solo entonces haces grande aquello que en el fondo estabas buscando. Que el cambio da miedo, pero te hace crecer. Que a veces es necesario dejar espacio para la observación, porque es la única manera de encontrar lo que realmente buscas. Y que una vez lo tienes claro, hay que estar abierto, saber encontrar, también en lo que no esperas, las oportunidades, que a veces, se presentan de forma diferente. Y aunque hubieron, siempre los hay, momentos de incertidumbre, es necesario aprender a estar cómodo en ella. Porque tras el trabajo duro, con unos pilares claros, y un propósito claro, se puede llegar al éxito.
Tras parar, descubrió en la cerámica, su vía de escape hasta ese momento, el medio donde proyectar su esencia. Poco a poco su trabajo fue siendo más y más conocido, convirtiéndose en voz del arte y la artesanía valenciana, con proyectos tan conocidos ya como Platos Platónicos, Mediterranean Bits, o las tazas Dignity. Ha realizado colaboraciones con marcas como Hermes, o La Salita. Y actualmente, dirige el proyecto ADN Cerámico desde World Design Capital Valencia 2022, donde está dando valor al trabajo del diseño cerámico valenciano, entre otras muchas cosas.
Con Ana aprendemos que no tenemos que conformarnos con mantenernos en aquello que empezamos. Si el camino que decidimos andar hace tiempo no nos lleva donde queremos estar, podemos trazar otro. Tomar decisiones de cambio, da vértigo, pero el resultado siempre merece la pena. Ella no lo tuvo fácil, pero tuvo el valor de dar un giro, fue valiente, trabajó duro y apostó decidida por aquello que le hacía sentir bien. El resultado fue encontrar su voz en el lugar en el que quería estar.
¿Quién es Ana Illueca y cuál es su mayor aprendizaje?
Soy ceramista, soy ahora, ceramista, durante unos años fui creativa en agencias de publicidad. Y creo que el mayor aprendizaje es este, que nada está terminado de escribir, y que puedes hacer giros de guion cuando quieras.
¿Cómo te definirías a ti misma?
Soy muy optimista, lo que me hace muy cabezona o tenaz, que proviene de pensar que la cosas pueden suceder. Soy al mismo tiempo muy creativa, pero muy hacedora, tengo un perfil que no solamente es imaginar ideas, sino también llevarlas a cabo y ejecutarlas.
Empezaste tu carrera en el mundo de la publicidad. Ganaste numerosos premios como creativa. ¿Qué sucede cuando un día decides dejarlo todo para reinventarte?
No lo dejé todo para reinventarme, lo dejé todo. Decidí apretar el botón de pausa para ver qué sucedía. Entonces, cuando dejas el espacio y el tiempo para que sucedan otras cosas, pues pasan. Si tú estás en la rueda de hámster, en la que siempre estás hablando desde la queja, o estás un poco incómodo, pero siempre estás haciendo lo mismo, es muy difícil que sucedan otras cosas. Pero cuando simplemente pausas, y estás abierto a lo que venga, inconscientemente haces grande aquello que más te gusta a tu interés.
No es un salto de un lugar a otro determinado. Es un salto de un lugar a la nada. Que da un poco más de miedo, pero que creo que es más fructífero porque no actúas desde la necesidad de tener otro trabajo, sino que actúas desde la observación, a ver qué es lo que pasa.
¿Cómo llegó la cerámica a tu vida?
Antes de que dejara mi trabajo como creativa, iba a clases de torno, y lo utilizaba como una herramienta para pensar mejor. El torno requiere muchísima concentración y entonces vaciaba todo el ruido mental que tenía de mails, reuniones, briefings, etc.
¿Cuándo decidiste que querías dedicarte por completo a la cerámica?
Cuando finalmente dejé la publi, en vez de ir dos veces a la semana a clases de torno, empecé a ir tres veces a la semana. Pasó de ser una herramienta creativa, a ser una forma de expresión. Pasó de ser algo que me relajaba y utilizaba como hobbie a ser algo que me permitía hablar.
¿Cómo fue el trabajo en tus inicios?
Como tenía una trayectoria en publicidad me fue relativamente sencillo pensar y conceptualizar nuevos objetos, yo lo que sabía era conceptualizar. No sabía hacer el plato, o la vasija, pero sí que sabía conceptualizar. Entonces esa parte fue sencilla.
Luego, fue muy de “puñetazo en la mesa”, porque la primera serie que hice de cerámica, que fueron los Platos Platónicos, la presenté en un festival de Diseño, Blanc Festival, en Barcelona, frente a casi 900 personas, y fue toda una declaración de intenciones. Porque en esa obra estaba la cerámica pero, hay un relato escrito, hay un concepto, hay vídeos en YouTube… Está pensada, no solo desde el punto de vista de la cerámica, sino de cómo es mi perfil: mucho más completo en ese sentido, abarca el audiovisual, abarca el copy, abarca el concepto. Fueron un poco el “golpe en la mesa”, para decir: “este tipo de cerámica es el que me interesa a mí.”
Es muy importante no negar de donde vienes y yo le tengo que agradecer muchísimo la experiencia que tengo en creatividad porque es la que me ha diferenciado de otros profesionales cerámicos. El conceptualizar la obra, el poder contarla, el saber contarla. El entender cómo puedes conectar con el otro.
Aunque se le llama “utilitario” a un vaso, a un plato, en verdad no es una obra “útil” como lo es el diseño gráfico, o la publicidad, que tienen un objetivo de venta, o de posicionamiento. Lo que creo ahora no es “útil”, aunque se llame “utilitario”, pretende una conexión: más que una taza de desayuno es “la taza de desayuno que conecta contigo por “x”. En el caso de las Dignity porque hablan de dignidad. Pero el proceso creativo es muy similar. Es más fácil crear para publi que crear desde un punto de vista artístico, porque aunque es igual, me pasaba que yo sabía cómo hablaban las cuentas con las que estaba trabajando en ese momento, yo sabía como hablaba Amstel, cómo hablaba Ikea, como hablaba el Banco Sabadell, pero, ¿y cómo hablaba yo?
Tuve que hacer todo un proceso de construcción de voz propia, que no es fácil. Todo esto que has puesto a jugar para otras marcas anteriormente, lo pones a jugar para ti, pero es mucho más difícil. Hacerse un autorretrato siempre es más difícil. Estás tan dentro, y tienes que rascar tan profundo que hay veces que es hasta incómodo. Esta parte fue muy compleja. No solamente a nivel de qué es lo que cuento, y cómo lo cuento, sino también a nivel formal, qué colores utilizo, cual va a ser mi estilo. Hubo un trabajo de construcción propia, que claro que me sirvió para mirarme, para observarme, para conocerme.
¿Qué aportó tu etapa anterior a esta nueva etapa?
La capacidad de conceptualizar, la capacidad de relatar, de conectar, de mirar en tu interior, pero también de saber conectar con el otro. Y una vez tienes tu obra y tu pieza, por su puesto, de saber comunicarlo. Esto fue lo más fácil de todo.
Al final te das cuenta de que eso también es parte de la obra, porque si tú haces algo bajo un concepto, como puede ser la dignidad, que es un concepto muy ambiguo, por ejemplo, ¿cómo la representas? No es fácil. Pues en tu pieza volumétrica de barro, la estás representando, pero también tienes que continuar esa representación a través de las imágenes, las fotografías, y cómo la describes. Porque si no habría un gap. Tienes que llevar este concepto desde la pieza hasta que le llega al receptor.
Ahora tenemos muy poquitos segundos para que el usuario se quede con una idea. Si estás hablando de delicadeza, por ejemplo -en estas últimas yo he trabajado mucho el tacto con los esmaltes, porque son piezas muy gustosas de tocar-, pero ¿cómo representaba eso? Yo lo tengo que representar porque es parte de mi obra. Te das cuenta de que va más allá de comunicar, es que en la propia comunicación está también tu obra artística.
Háblanos de tu primer proyecto. Platos platónicos. ¿Qué supuso para ti?
Fueron los primeros, fue como un golpe en la mesa, fue, a parte, muy tierno. Fue una mirada interior, en algunos casos también muy dura, pero son los que definieron todo, son los que me hicieron todas las preguntas. Qué colores vas a utilizar, sobre qué vas a hablar, qué vas a investigar, qué forma tendrá, con qué materiales lo vas a hacer. Fue el proyecto que me hizo el 90% de las preguntas y el que definió la base de lo que soy ahora. Decidí defender lo que es la cerámica tradicional, actualizarla, revisitarla. Son la base.
Hay veces que a lo mejor tienes un primer proyecto que con el tiempo no conectas tanto, pero yo conecto con ellos siempre al 100%, son casi los que me indican por donde tengo que seguir en caso de duda. Cuando hay un trabajo muy sólido, siempre tienes un sitio donde volver.
Lo presenté en un festival de diseño. Aparecían tras un año y medio en el que yo había estado en silencio. Entonces fue lo primero que hablé. “He desaparecido del mapa, tras un año y medio sin que nadie sepa nada de mí, y de repente, lo primero que digo es esto”. Entonces también fue interesante en este sentido, “ahora esta persona es ceramista, y hace esto”. Fue una declaración de intenciones completamente.
Pronto tu trabajo como artista empezó a reconocerse. ¿Cuál ha sido tu mayor logro?
En primer lugar, empezar en la cerámica, y los diferentes proyectos que presento. Cada proyecto que hago lo disfruto mucho. La semana pasada hice en tiempo record unas vasijas para Hermes, y esto ya me parece lo más. Esta semana tengo que hacer unos trofeos para una escuela de negocio, también lo estoy disfrutando mucho. Cada proyecto, cada encargo, cada reto, porque son retos técnicos y artísticos, me parece, que son los más brillantes.
Y luego, llevar mi propósito a la acción, con el proyecto ADN Cerámico, que está dentro de Valencia Capital Mundial del Diseño 2022. Este proyecto representa algo, la base sobre la que se construyeron los Platos Platónicos, defender la cerámica tradicional valenciana a través de mi obra, y esto ahora se materializa también a través de mis acciones. No solamente hago o digo piezas que representan eso, sino que también genero una comunidad en un proyecto de más de dos años que beneficia a muchísimas personas, que busca un posicionamiento internacional… Es muy ambicioso, idearlo, llevarlo a cabo y dirigirlo, está siendo toda una aventura. Muy diferente de lo que es la obra artística, pero marca un punto de inflexión. Porque tú te marcas unos pilares, y de repente lo materializas en una comunidad para con un beneficio para todos.
¿Da miedo el cambio? El empezar de nuevo. ¿Cómo saber que el cambio será positivo?
Nos acomodamos y nos dan mucho miedo los cambios porque son incomodos, pero te hacen crecer tanto. Llegaba un momento en que me sentía tan bien en esos momentos después de una crisis, después de esos momentos que me obligaban a cambiar. Yo pensaba: “eso me pasa ahora porque seguramente lo siguiente será genial”. Había como un patrón de que cada vez que pasaba por un mal momento encontraba una solución brillante que me favorecía. Entonces descubrí que nunca va a haber malos momentos si los resultados son así de bonitos.
También la cerámica te lo enseña, porque requiere muchísima disciplina, muchísima tenacidad, y los proyectos no suelen salir a la primera. Tienes que investigar mucho, y equivocarte mucho. Ahí también he aprendido que tienes que tener mucha cintura, en general.
¿Qué crees que te ayudó a tener éxito?
Trabajar duro con unos pilares claros y con un propósito claro, unos objetivos.
Tienes que trabajar duro con un contexto de claridad de hacia donde vas. Pero al mismo tiempo, tienes que tener una cintura enorme, tienes que tener una cintura con giro amplio, porque las cosas no van a salir como están en tu cabeza, y tienes que saber aprovecharlas también. Por eso creo que fue la combinación de tenacidad y comodidad en la incertidumbre.
¿En qué momento estás ahora?
En uno muy dulce. Está el proyecto de ADN que me trae muchísimas alegrías. Luego a nivel de obra, terminando una obra en la que he estado trabajando todo el año. Y luego, empezando una colaboración de cerámica con música con un compositor. Esto también es muy interesante, cuando empiezas a hacer colaboraciones con otras disciplinas que no tienen nada que ver, pero que me está enriqueciendo muchísimo.
¿Cuál es la esencia de Ana Illueca, y su mensaje?
El mensaje sobre el que trabajo, que es “Cerámica llena de historias del Mediterráneo”, que un poco resume lo que contábamos del relato, de la defensa de la cerámica mediterránea y de la cerámica tradicional, y luego también del estilo de vida, de una vida más, -lo refleja el cambio que hice-, no calmada, pero sí más coherente conmigo.
¿Qué le dirías a alguien que empieza en el mundo creativo?
Que tiene que abrazar la incertidumbre, sentirse cómodo ahí. Y a la vez, que tiene que tener mucha seguridad en sí mismo. Que cultive esas dos patas.
¿Qué retos te planteas para los próximos años?
Mi principal reto es el de la internacionalización, poder llegar lejos.
¿Cuál es tu mantra? Esa frase o consejo que va contigo y que te ha ayudado en tu carrera y en tu vida.
Hago yoga, y en yoga tienes que decir siempre una intención, y yo siempre me repito tres palabras que creo que sirven para todo, no solamente para la creatividad, aunque parten de ahí. Son: creatividad, intuición y seguridad. Para que siempre tenga capacidad de idear, pero también de elegir la mejor idea, de decidir, y la seguridad de llevarlas a cabo.